EL PRINCIPIO DE LA RAZÓN
SUFICIENTE
La quiero
Por sus piernas que la conducen
a mí
y sus pasos que la alejan de los
otros
Por las olas de su cuerpo
y el mar de fondo de su piel
Por sus manos que hacen juego
y la gravedad de sus caricias
Por la solemnidad de sus caderas
y la precariedad de su cintura
Porque cuando despierta
echan a volar los pájaros
Y sus sueños son sus mejores
argumentos
Porque está atada a mí
Y resplandece de libertad
Porque solo ella puede
aniquilarme
Y solo ella puede perpetuarme
Por sus ojos sus ojos
Porque sí y por supuesto
Porque es ella y no otra
(En “Los pájaros perdidos.
Poemas de amor” de Mario Trejo.)
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