domingo, 15 de abril de 2018

Los exiliados románticos

Todo hombre tiene miedos.
Toda mujer posee temores.
No hay diferencia en ese punto.
Lloramos,
Nos enojamos con nosotros mismos
por no hallar la mejor respuesta y en definitiva la que más anhelamos.
A veces está ahí y nos negamos a verla porque sabemos que las desiciones marcan nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro.
Yo no quiero vivir una vida en solitario.
Quiero compañía.
Si ven a las cachañas siempre verán más de una y eso deseo para mí. Encontrar mi hogar en algún sitio.
Quiero intertarlo, si me equivoco al menos tendré la posibilidad de aprender algo mínimo. Si nos negamos ese acto, nuestros errores,
se repiterán hasta que los razonemos.
Y lo peor es que los atraemos como quien anda deseando no encontrarlos.
Tengo miedos sí y sin embargo, no estoy dispuesta a dejarme vencer por ellos.
Que el único techo que quiero ver es el de mi casa, el día que pueda tenerla. Porque si las alas se hicieron para algo es para volar. Tenemos pies para saltar aunque no haya puente debajo. Podemos rompernos pero también curarnos.
Ojalá un día te encuentre y me digas algo. Luego punto seguido o punto final. Somos creadores de historias, sobre todo la personal.
Quiero hacer cosas locas y descubrir que la vida tiene instantes mágicos como cuando las hojas caen formando espirales o cuando veo mi reflejo en el agua. O apuesto a hacer algo y sale bien.



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